Esto pasó en otros países al reabrir sus escuelas

Esto pasó en otros países al reabrir sus escuelas 

 

En un inédito regreso a clases, fuera de las aulas y sin compañeros, el pasado 24 de agosto inició el ciclo escolar 2020-2021 en México. Debido a la pandemia, más de 30 millones de estudiantes tomarán clases a distancia, mediante emisiones por radio, televisión e internet.

Pensar en clases presenciales y cómo hacerlo es un desafío para las autoridades de salud y escolares. La Organización Mundial de la Salud ha concluido que el virus se transmite por el aire en espacios interiores abarrotados y con poca ventilación, una descripción que concuerda con la realidad de muchas escuelas del país.

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Los datos de todo el mundo muestran que los niños tienen muchas menos probabilidades de enfermarse gravemente por el coronavirus. Pero la mayor preocupación con la reapertura de las escuelas es la posibilidad de que los niños se infecten, muchos sin síntomas, y luego transmitan el virus a otros, incluidos los miembros de la familia, sus maestros y otros empleados de la escuela.

Algunas investigaciones sugieren que los niños más pequeños tienen menos probabilidades de infectar a otras personas a comparación de los adolescentes, pues de acuerdo con los científicos, los niños tienen menos probabilidades de tener síntomas de COVID-19 como tos, lo que limita la transmisión del virus por gotas de saliva. Otros investigadores examinan si las proteínas que permiten al virus entrar y replicarse en las células pulmonares son menos abundantes en los niños, lo que limitaría la gravedad de su infección y, potencialmente, su capacidad de transmitir el virus. Esto haría que abrir las escuelas primarias sea menos riesgoso que hacerlo con las escuelas secundarias, pero la evidencia no es concluyente.

La experiencia del exterior

Hasta ahora, los países que reabrieron las escuelas después de reducir los niveles de infección —e imponer requisitos como distanciamiento físico y limitar el tamaño de los grupos— no han visto un aumento en los casos de coronavirus.

Noruega y Dinamarca son buenos ejemplos. Ambos países abrieron sus escuelas en abril, aproximadamente un mes después de cerrar, inicialmente solo para los niños más pequeños, y dejaron cerradas las escuelas secundarias hasta después. Fortalecieron los procedimientos de desinfección y establecieron grupos reducidos, recreos escalonados y mayor espacio entre los pupitres. Ninguno de esos países ha visto un aumento significativo en los casos.

Sin embargo, en las escuelas de los países con niveles más altos de infección y que aparentemente flexibilizaron las pautas de seguridad demasiado ha habido nuevos brotes. En Israel, por ejemplo, el virus infectó a más de 200 estudiantes y personal escolar cuando pocas semanas después de la reapertura, en el mes de mayo, eliminaron los límites en el tamaño de las clases, según un informe de investigadores de la Universidad de Washington.

Los países que han reabierto las escuelas han implementado una serie de pautas de seguridad. Por ejemplo, algunos países inicialmente solo permitieron volver a las aulas a una parte de sus estudiantes: a los niños más pequeños en Dinamarca, Noruega, Bélgica, Suiza y Grecia; a los niños mayores en Alemania, según el informe de los investigadores de la Universidad de Washington. Bélgica llevó a los estudiantes por turnos, en días alternos.

Varios países limitaron el aforo de las clases, lo que a menudo permite un máximo de 10 a 15 estudiantes en un aula. Muchos colocaron escritorios a varios metros de distancia. Otros países agrupan a los niños en grupos o cápsulas con interacción social restringida en gran medida a esos mismos grupos, especialmente durante el recreo y la hora de almuerzo.

Las políticas de uso de cubrebocas varían. En Asia, la práctica de usarlo durante la temporada de gripe es común. En otros países, pedían cubrebocas solo para algunos estudiantes o personal, como los profesores en Bélgica y los estudiantes de secundaria en Francia, según el reporte de la Universidad de Washington. 

Las escuelas deberán asegurarse de poder cumplir con los protocolos de seguridad, que minimice la probabilidad de nuevos brotes. Si bien mantener las escuelas cerradas por un período prolongado tiene implicaciones preocupantes para el desarrollo social y académico, dicen los expertos en desarrollo infantil. También es cierto que no puede tomarse una decisión poniendo en riesgo la salud de la comunidad

*Este es un extracto del texto: Cómo reabrir las escuelas: lo que la ciencia y la experiencia de varios países nos enseñan, publicado en The New York Times, el pasado 27 de julio.