Cómo manejar una crisis convulsiva en niños

 

Cómo manejar una crisis convulsiva en los niños

 

Una crisis convulsiva es una disfunción cerebral repentina que hace que la persona se desplome. Los síntomas pueden variar dependiendo de la parte del cerebro implicada, pero suelen incluir espasmos musculares incontrolables y pérdida de la conciencia.


Algunas de estas crisis o ataques pueden aparecer a consecuencia de otra afección médica como una concentración baja de azúcar en sangre, una infección, un traumatismo craneal, una intoxicación accidental o una sobredosis farmacológica.

Causas de las convulsiones

También pueden estar provocadas por un tumor cerebral u otro problema que afecte al cerebro. Cualquier factor que conlleve una falta súbita de oxígeno en el cerebro o una reducción del riego sanguíneo cerebral también puede provocar ataques convulsivos. En algunos casos, la causa la crisis nunca se llega a averiguar.

Algunos niños de menos de cinco años presentan convulsiones febriles, que pueden ocurrir cuando tienen temperatura moderada o alta, generalmente a partir de 38°C. Suelen ser de corta duración y en contadas ocasiones provocan problemas graves, de larga duración o que puedan poner en peligro la vida del afectado, a no ser que la fiebre se asocie a una infección importante, como la meningitis.

Además, cuando un niño bloquea su respiración en pleno berrinche puede desencadenar en una crisis convulsiva. Este tipo de episodios ocurre en niños que tienen un reflejo exagerado.

Adoptan un color azulado o muy pálido, a menudo pierden la conciencia y pueden presentar una crisis convulsiva completa, donde se les tensa el cuerpo, pierden la conciencia y dejan de respirar.

Este tipo de episodios suelen remitir por sí solos y los niños casi nunca sufren ninguna lesión como consecuencia. De cualquier manera, debes evitar que los niños lleguen a este punto durante un berrinche.

Ante una crisis convulsiva

Cuando un niño tiene una crisis convulsiva, se le debe colocar sobre el suelo en un área segura, preferentemente acostado sobre el lado derecho. Aleja los objetos cercanos. Afloja cualquier pieza de ropa que lleve alrededor del cuello o de la cabeza. No intentes mantener abierta la boca del niño o colocar un objeto entre los dientes, ni intentes agarrar o retener al niño o impedir que se mueva.

Una vez haya concluido el episodio, tranquiliza y protege al pequeño con suavidad. Es mejor que permanezcan acostados hasta que se hayan recuperado por completo y les apetezca moverse por propia iniciativa.

Después de un episodio convulsivo, los niños suelen estar cansados, confusos o incluso agotados y pueden caer en un sueño profundo. No intentes despertarlo si respira con normalidad. No le ofrezcas alimentos o bebidas hasta que se despierte y esté alerta.

Ante una crisis de este tipo, llama de inmediato a los padres del menor y en caso de no localizarlos llama al servicio de ambulancia para prevenir cualquier riesgo. Lo más probable es que el pequeño deba ser evaluado por un pediatra lo antes posible.

Llama a los servicios de emergencia si el niño:

  • Tiene dificultades para respirar.
  • Se pone azulado.
  • Ha sufrido un traumatismo craneal.
  • Parece estar enfermo.
  • Le han diagnosticado una afección cardíaca.
  • No ha tenido ninguna crisis convulsiva previamente.
  • Pudo haber ingerido medicamentos u otras sustancias tóxicas.

Recuerda que estar correctamente capacitada ayuda a la prevención de riesgos.

Fuente: kidshealth.org