¿Por qué son los berrinches?

“Cuando un niño abrumado por sus emociones haga un berrinche, es nuestro trabajo compartir nuestra calma, no empeorar el caos” 

 

 

 

Se presentan principalmente en la etapa conocida como edad de transición, cuando el bebé pasa a ser niño. Inicia cuando comienza a caminar y termina alrededor de los 4 años. Es un periodo de mucha ambivalencia; por momentos tu bebé ya quiere ser grande, hacer las cosas “solito”, investigar todo, explorar; pero de un momento a otro quiere ser bebé, que lo cargues, que lo ayudes, que los mimes. Muchos padres no entienden el cambio de comportamiento en su hijo, por ello es importante saber que son normales y esperados en esta etapa para no culparse a sí mismos ni a los niños. Algunas razones por las que se puede presentar un berrinche son:

 

  • Su autocontrol es aún muy pobre. “Quiero la paleta YA”, le parece imposible esperar.

  • Quiere ser independiente y hacer las cosas por él mismo, pero muchas veces el adulto lo atropella, es decir, interviene y hace cosas que el niño no desea. Quiere lavarse los dientes solito, pero mamá le ayuda para que sea más rápido y queden bien limpios.

  • Tiene poco lenguaje para expresar lo que desea, sintiéndose incomprendido. Tiene en mente algo que quiere hacer, pero por más que lo explica no lo entienden.

  • Cambios en el orden o rutina. Al realizar cambios sin avisar al menor, éste no podrá anticipar lo que va a pasar y se sentirá inseguro. 

 

Todo lo anterior aumenta la frustración del pequeño y puede desatar un berrinche. Recuerda que éstos dependen de su carácter y temperamento, hay niños muy explosivos y otros más tranquilos. La reacción del adulto ante los berrinches, indica que lo pueden contener y cuidar, pues en ese momento el niño se siente vulnerable, incomprendido o frustrado; necesita saber que quien lo cuida puede ayudarlo a tranquilizarse y a que esté a salvo.

 

  • Da avisos y cumple con tu palabra. Si el niño encuentra congruencia entre lo que se dice y hace, se vuelve predecible y le es más fácil controlar su conducta para obtener algo o, en su caso, abstenerse de hacer algo para evitar la consecuencia que no quiere.

  • Evita decirle “ahí vas… ahí vas…” ¡Le estás dando la pauta para que haga algo que quieres que no haga!

  • Dale opciones de juego. Anticipa y prepara al niño antes: “no puedes jugar con ese cuchillo, pero te presto este de plástico”.

  • Que no obtenga lo que quiere con el berrinche. Aprendemos muchas cosas por aprendizaje operante, si algo nos funciona lo volvemos a hacer; y no sólo los niños aprenden así, en los adultos también funciona. Si el niño aprende que gritando obtendrá lo que busca, lo seguirá haciendo; en cambio si no le funciona, terminará por inhibir esa conducta.

  • Limitamos rápido calificando la conducta no al niño. Sin golpes, sin decirle tonto, malo, feo sino “Eso que hiciste está mal”. No basta explicar, por lo que miles de veces te toca limitar, separar, conducir y contener usando las piernas (Ely Rayek), es decir, acercándote a tu niño.

 

 

Momentos del berrinche

 

 

Antes

 

Conoce a tu niño. Su carácter, temperamento, qué cosas le molestan.

 

Reconoce sus sentimientos. Entiendo que estás enojado, ¿quieres un abrazo?” Acéptalo y hazle saber que lo amas en todo momento.

 

Evita atropellarlo. Lee a tu hijo para saber en qué momentos intervenir, pregunta si necesita ayuda; llega a acuerdos en donde él sienta autonomía dentro del límite adecuado a su edad.

 

Avisa. Permítele anticipar lo que va a suceder.

 

Durante

 

Que no logre el objetivo. Poco a poco sabrá que con el berrinche no obtiene lo que quiere.

 

Acompáñalo. Que sepa que estás con él en todo momento.

 

Entiéndelo. Sé empático con él, recuerda que es una etapa.

 

El niño no te escucha ni entiende. No intentes explicar nada en este momento, no servirán las palabras.

 

Contenlo con paciencia. Sólo servirá la contención con un abrazo firme y cariñoso.

 

No permitas que te golpee o golpee a otra persona. Contrólalo con un abrazo, evita hacer contacto visual, espera a que se tranquilice.

 

No amenaces con abandonarlo. Esto deja huellas en su cerebro y su corazón; necesita sentirse a salvo y las amenazas provocan lo contrario.

 

Después

 

Cierra y retoma. Míralo a los ojos, describe lo que pasó entendiéndolo.

 

Recuérdale cuánto lo amas. Esto es muy importante, ya que en ese momento de vulnerabilidad, el niño también sabe que mamá se enoja y puede temer que lo dejes de querer. Deja siempre claro que pase lo que pase, siempre lo amarás.

 

 

Los arrebatos de los niños en “edad de transición” son normales y esperados ; saberlos manejar facilita su autorregulación